Consecuencias del Mercurio en Comunidades Indígenas

A más de 200 km de La Paz, capital boliviana, se encuentra la comunidad Eyiyoquibo del pueblo indígena Esse Ejja. La lucha contra la contaminación por mercurio revela un panorama desgarrador: cuerpos enfermos, tradiciones amenazadas y un entorno inhóspito que desafía su forma de vida ancestral. Esta crónica explora las profundidades de una crisis silenciosa y la resistencia de un pueblo que lucha por mantener su identidad cultural, mientras enfrenta las consecuencias de la explotación minera por décadas.

Llegar a la comunidad de Eyiyoquibo no es difícil. Se toma un mototaxi desde el centro de Rurrenabaque, se pagan unos cuantos pesos bolivianos y, después de cruzar el puente, que separa el Departamento de La Paz con el Departamento del Beni, se llega a la entrada de la comunidad Eyiyoquibo, del pueblo indígena Esse Ejjas.
En el almacén más cercano advierten tener cuidado, afirman que entrar es peligroso y es mejor no hacerlo. Seguíamos escapando de los 35 grados de calor, tomando agua embotellada, mientras escuchábamos las historias más peligrosas de la comunidad.

Días atrás, recién llegados a Rurrenabaque, nos dirigíamos por primera vez a la comunidad en un taxi, junto a Alex Villca, activista y líder de la Mancomunidad de Comunidades Indígenas del río Beni, y al escritor español Antonio Sánchez, autor del libro “Derrotero”, que retrata la lucha indígena en Ecuador, y que ahora investigaba la misma temática de nosotros: la contaminación de mercurio en comunidades indígenas debido al extractivismo aurífero.
“Por favor fotografíen a la gente postrada. Es la muestra de la contaminación por mercurio. Hay personas viviendo en el suelo, y otras en sillas de ruedas”, dice la esposa de Alex, bajándose del taxi, ya dentro de la comunidad y, que también iba dentro del vehículo. Es necesario, primero, presentarse delante del capitán grande, Óscar Luris, para obtener el permiso de registrar dentro de Eyiyoquibo. Con su venia, pasaríamos varios días visitando la comunidad documentando las enfermedades, la cultura y el diario vivir de una comunidad que lucha y resiste los estragos de la burocracia y el progreso.

Según estudios realizados por la Red Internacional de Eliminación de Contaminantes, los habitantes de la comunidad tienen altos índices de concentración de mercurio en el cuerpo. Esto es a causa de la actividad minera en los ríos Beni y también, más arriba, en el río Kaka. Las mineras necesitan el mercurio para el proceso de separación del oro con otros metales. Mucho de este mercurio se va al aire, al río y a los peces. Las comunidades indígenas usan el agua del río para distintos fines, y los peces, como su principal fuente de alimento.

Wilson Torres, auxiliar de primeros auxilios, de 38 años, se semblante ameno, está en su casa, junto a sus hijos. Es de noche y el calor es apaleado con un ventilador. Wilson recorre a diario su comunidad visitando enfermos, proporcionando medicina y ayuda a quién lo necesite: “No sabíamos por qué nacen niños deformes o por qué los integrantes de la comunidad tienen artritis. Hay muchos discapacitados. Desde que soy niño nunca he visto esta clase de enfermedad”.

A unas cuántas casas, en dirección al río, vive Milton, ex pescador, ahora postrado a una silla de ruedas, exhibe el resultado de su muestra de pelo: diez partes por millón (10 ppm) de mercurio en el cuerpo. La OMS sugiere no sobrepasar una parte por millón (1 ppm). Otros integrantes de la comunidad tienen 3 ppm, otros 8 ppm. El índice más alto que fue consultado fue de 12 ppm. En la Comunidad de San Miguel del Bala, a kilómetros de ahí, por el río Beni, vive un hombre del pueblo Tacana con 20 partes por millón de mercurio en el cuerpo. Hay casos de mujeres embarazadas que llegaron a 32.4 ppm. La exposición al mercurio, ya sea por inhalación o ingestión, puede provocar trastornos neurológicos y del comportamiento, con síntomas como temblores, insomnio, pérdida de memoria, efectos neuromusculares, cefalea o disfunciones cognitivas y motoras. (OMS. 2017)

Cerca de la entrada a la comunidad se encuentra la escuela que alberga a todos los niños de Eyiyoquibo.
Julio, director del Centro Educativo “Pie de Montaña”, reafirma los problemas en los niños y adolescentes Esse Ejjas, quienes, al estar contaminados por mercurio, han sufrido cambios físicos como el color de piel y cabello; no es difícil, al recorrer la escuela, encontrar niños Esse Ejjas con el pelo amarillo o decolorado, y por otro lado, sufrir dolor de estómago y de cabeza. En el ámbito educativo, no son capaces de retener la información entregada por sus profesores, lo que se aprende en un día, al otro se olvida. Es un refuerzo que se debe hacer a diario, afirma Julio, y además agrega que están constantemente inquietos, caminando de una lado a otro, desorientados. 

Cuando finalizan las clases, algunos niños se van a sus casas, mientras otros corren de un lado a otro. En una sala, construida con lo que parecen ser palos de bambú o algún material similar, una niña, con un mono en el hombro como mascota, describe una pesadilla recurrente: un pez grande la atrapa, la arroja al río, y en las profundidades, la ahoga. 
Otros niños mencionan cómo se pesca en el río. No todos hablan español, por lo que mientras uno cuenta su historia el otro lo traduce. 

Una niña de no más de ocho años, que está junto a su hermana menor, cuenta que sus padres discuten siempre: “mi padre hace muy poco por la casa” (da a entender que no trabaja), y que tiene problemas en la cabeza. Continúa: “A veces se comporta como si fuese niño”. Agrega que se irán de la comunidad, y está feliz por ello, porque recibe burlas de los otros niños por ser pobre y vestir mal. 

Normalmente, las comunidades indígenas tienen sus propias construcciones, muchas de madera o materiales nobles, orientadas de tal manera que evitan el calor y el frío. También están preparadas para las crecidas de los ríos. Eyiyoquibo es completamente diferente. Son estructuras de cemento, a ras de suelo, sin baños ni servicios básicos, y durante el día, las altas temperaturas permiten la proliferación de moscas e insectos diversos. Como consecuencia, la vida familiar se desarrolla principalmente al aire libre durante el día y gran parte de la noche. Oscar Luris, capitán grande, destaca que la comunidad tiene 10 hectáreas y que la construcción de las viviendas estuvo a cargo del Estado boliviano. Además, menciona que la carretera, la que permite llegar a la comunidad, será construida por una empresa china (cabe mencionar que las principales empresas mineras auríferas, las que contaminan los ríos de mercurio, son chinas).

La problemática territorial del pueblo Esse Ejja nace al momento de las políticas agrarias a principios de los años 90. Cuando se inició este proceso el pueblo Esse Ejja no poseía condiciones para entablar demandas territoriales y al momento del trabajo de campo del INRA (Instituto Nacional de Reforma Agraria) la reacción del pueblo fue retirarse a través del río, lo que no les permitió acceso a sus derechos territoriales. Sus tierras y ríos ancestrales quedaron a mano de terceros que sí pudieron cumplir con los trámites administrativos. (Fundación Tierra. 2022. pág 108). Así perdieron las tierras y prácticamente, gran parte de su cultura.

Wilson Torres, el auxiliar de primeros auxilios, menciona que antes vivían “vagando río arriba, río abajo, hasta encontrar el río Madre de Dios, nosotros éramos así”. Desde los 8 años que los Esse Ejjas aprenden a pescar con sus padres; es una tradición ancestral. Alex Villca, el activista, menciona que “los ríos son los medios tradicionales, tienen un simbolismo muy grande. Son fundamentales en nuestra vida diaria”. Agrega que en Mayo del 2014 se aprueba la ley 535, que abre los territorios indígenas a la explotación minera, desde ese año abundan empresas y cooperativas mineras. Afirma que el 85% de las cooperativas funcionan de manera ilegal y no hay cómo controlar el envenenamiento de los peces y la contaminación de los ríos.
Fátima, madre de 4 niñas, cuenta que se han encontrado peces deformes, con aletas menos, colas deformes, tuertos y con bolas extrañas en el cuerpo.

La vida de los Esse Ejjas no es fácil. No tienen conocimientos sólidos para vivir de manera sedentaria. Reciben algunas inducciones sobre cultivo de frutas, crianza de cerdos y gallinas, y, al mismo tiempo que aumentan los tiempos de ocio, sube el consumo de alcohol. La vida nómada quedó casi como una leyenda de años pretéritos, pero existe la lucha por mantener su origen basado en la pesca. Los padres siguen transmitiendo los conocimientos a los hijos. Miguel Costas, presidente de la Asociación de pescadores de Jajhui de Eyiyoquibo, cuenta que no tienen dinero necesario para el combustible de sus embarcaciones, están lejos de los sectores con abundancia de peces, el “muelle” tiene embarcaciones en desuso, y lo poco que pescan, lo venden en la ciudad de Rurrenabaque.
Cada vez comen menos pescado y su dieta se basa principalmente en arroz, frutas y verduras. De todos los días que visitamos la comunidad no vimos, en ninguna parrilla o cocina, un pez cocinándose.

Las viviendas están distribuidas de manera muy básica: una habitación que funciona como living – con un televisor encendido durante todo el día – donde los más jóvenes enfrentan el calor acostados en el suelo, viendo una teleserie o alguna película. En la misma habitación tienen un espacio para la cocina, que normalmente está compuesta por un anafe a gas ubicado en el suelo donde siempre hay una olla con restos de arroz. Las habitaciones tienen colchones en el suelo, un par de muebles, normalmente sucias y desordenadas. El hacinamiento y la escasez de higiene son las condiciones que predominan en Eyiyoquibo. Algunas viviendas pueden mantener mejores condiciones, tanto estructurales como de higiene, en otras, donde muchos están postrados, debido a diversas enfermedades, las condiciones se hacen muy adversas.

A diferencia de lo que cuentan en el almacén cercano los Esse Ejjas no es un pueblo peligroso, ni violento. Son respetuosos, amables y no es complejo generar lazos con sus familias. 
El pueblo Esse Ejja vive las consecuencias de la burocracia de un sistema que no los contempló en su momento como un pueblo con derecho a territorio. Su lucha es diaria por mantener un estilo de vida ajeno a su tradiciones, en un lugar “extraño”, con un Estado que les quitó, sea por las razones que sean, su vida nómada, sin herramientas ni conocimientos para enfrentar un cambio cultural tan grande.

Salir de la comunidad no es difícil. Se despiden los Esse Ejjas siempre de manera muy amistosa, se espera, en las afueras, un mototaxi, se pagan unos cuantos pesos bolivianos y después de cruzar el puente, que separa el Departamento del Beni con el Departamento de La Paz, y unos cuantos kilómetros extras de camino polvoriento, se llega a Rurrenabaque. En la ciudad, hay niños Esse Ejjas, de la comunidad Eyiyoquibo, pidiendo limosnas a quien pase, descalzos y vagando calle a calle. Podrían estar pescando en algún lugar del río Beni junto a sus familias, viviendo de manera nómade, pero, por una u otra razón, se han convertido en los méndigos de la ciudad de Rurrenabaque, a pocos kilómetros de la comunidad, a varios kilómetros de donde deberían estar, en el río. Donde pertenecen.

Este viaje se realizó en el marco de la investigación documental sobre la contaminación por mercurio de comunidades indígenas en el río Beni, a causa del extractivismo aurífero. Puedes revisar el documental a continuación:

Referencias

Mamani, M. I., & Sanjinés, E. (2022, septiembre). Ese ejjas de Eyiyoquibo, pueblo indígena en contacto inicial.: Entre territorios cercados y medios de vida en crisis. TIERRA. https://www.ftierra.org/index.php/publicacion/documentos-de-trabajo/238-ese-ejjas-de-eyiyoquibo-pueblo-indigena-en-contacto-inicial-entre-territorios-cercados-y-medios-de-vida-en-crisis

Tierra. (2022, 26 septiembre). Ese ejjas de Eyiyoquibo pasaron de habitar amplios territorios amazónicos a ocupar un rincón urbano. https://ftierra.org/index.php/tema/derechos-indigenas-y-campesinos/1072-ese-ejjas-de-eyiyoquibo-pasaron-de-habitar-amplios-territorios-amazonicos-a-ocupar-un-rincon-urbano

World Health Organization: WHO. (2017, 31 marzo). El mercurio y la salud. https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/mercury-and-health

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